EFESIOS, LA EPÍSTOLA DE LA IGLESIA Y LA CRUZ # 12 |

Romanos y Efesios Se Complementan en Presentar el Mismo Mensaje
Romanos y Efesios comparados y contrastados
 
Dr. Ernesto Johnson
Seminario Bíblico Río Grande
 
Pablo vuelve a tomar la pluma y se dirige a los efesios en la última mitad de la epístola.  En la primera, nos da un panorama magnífico del triunfo de la gracia de Dios para con los inmerecidos pecadores ya constituidos hijos adoptados. Empieza con una magnífica doxología trinitaria seguida de una ferviente súplica; termina capítulo  3 con una ferviente oración a fin de que el Espíritu Santo realice en el creyente la  plenitud de la victoria de la Cruz; sigue otra doxología que nos transporta a la eternidad.  A Dios las gracias por el Gran Designio (Efesios 1:11).
En medio de esta visión sublime, Dios nos ha dado el alcance del Mensaje de la Cruz. Bastan el amor y la gracia de Dios para perfeccionar a la Iglesia siendo Cristo mismo la Cabeza de la Iglesia y nosotros los miembros unos de los otros. De allí Pablo nos va a rogar que andemos digno de la nuestra vocación celestial.
Ya que estamos para pasar a la segunda mitad de Efesios, de la primera una porción muy doctrinal a la segunda muy práctica, nos corresponde una precaución. Una observación oportuna es que la Biblia establece primero la verdad o la doctrina y desde allí sale lo práctico o la experiencia. Siempre tal es el orden Bíblico, nunca no al revés.
Siempre los sentimientos o las experiencias son muy secundarios a los principios bíblicos. La verdad determina y regula las experiencias.  Nunca se debe divorciar la experiencia de las verdades Bíblicas.  Con razón Pablo la llama siempre la sana doctrina porque produce  el “shalom” o la paz y la imagen de Cristo.
Romanos y Efesios —  dos perspectivas comparadas y contrastadas pero una sola salvación
Ahora vale la pena detenernos un poco para considerar en mayor detalle las comparaciones y los contrastes entre estas dos obras maestras Bíblicas. La verdadera interpretación según las leyes de la hermenéutica  [la ciencia de interpretar un pasaje literario] siempre toma muy en cuenta, no tan solo el contexto cercano sino el de lejos, el de las epístolas paralelas.  Hagamos esto para lograr un mayor concepto de la grandeza de nuestra salvación tan grande, ya que estas dos epístolas son las dos cumbres del mensaje de la Cruz.
En breve, en Romanos el Espíritu Santo nos presenta a través de Pablo la grandeza del “Gran Cómo” del evangelio, la justicia de Dios. Dios halló la manera justa de salvar en su gracia eterna a nuestros primeros padres (Génesis 3:15 en adelante). Pero Dios tuvo que tratar una vez para  siempre con el pecado. Así Romanos revela a fondo al hombre en su rebelión y depravación. Pero en gracia Dios proyectaba la venida del Salvador y Libertador.
En breve, en Efesios Dios nos introduce de inmediato a la maravilla de su gracia en escogernos desde antes de la fundación del mundo. Dios confronta solo brevemente el pecado nuestro (Efesios 2: 1-3) para poder magnificar en gran manera el triunfo de la gracia de Dios. Proyecta la grande visión hacia el futuro de los  creyentes, judíos y gentiles de llegar a ser “un solo  y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2: 15,16).
El Trasfondo del mensaje de Romanos[1] Pablo escribió la epístola a los Romanos por el año 57 AC, al final de su tercer viaje misionero. Nunca había visitado a Roma, pero pensaba hacerlo. Así presentó a su persona, su apostolado y el Mensaje de la Cruz, siendo él Apóstol a los gentiles. Al final del libro, él saluda en el Señor a unos 23 hermanos y hermanas y a las iglesias caseras.
 
Su propósito fue el de definir, describir y defender el evangelio como “la justicia de Dios por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1: 16,17).  Pablo trata profundamente el problema del pecado: ¿cómo es Dios ante el pecado y el pecador?  Para definir la justicia de Dios como la ira de Dios para con al pecador, el Espíritu Santo dedica sesenta y cuarto versículos sacando a luz la condición desesperanzada del impío sumido en su pecado (Romanos 1:18-3:20).
Pero de repente, Dios el Juez da una vuelta de 180  grados y el Espíritu solo usa de once versos para explicar magisterialmente la salvación ofrecida al impío que cree (Romanos 3: 21-31). Dios envió a su propio Hijo y dejó caer sobre Él su ira justa en base de esa muerte vicaria; así podría perdonar al impío que cree sin perjudicar en nada ni su ley ni su propia santidad.
Dios reveló tal amor para el mundo por prometer  el “protevangelium” [el primer evangelio]. En esta buena nueva, Dios daría a su Hijo unigénito en sacrificio derramando su sangre eficaz por el mundo perdido. La ira justa de la ley (1:18) así cayó sobre Jesús de tal manera que no le quedó nada de la ira de Dios para el impío que cree. Triunfa la gracia de Dios que halló la manera de salvar eternamente al impío que cree, solo por creer de todo corazón (Romanos 3:21-31).
Solo resta Romanos 4:1-25 para comprobar que tanto Abraham que vivió antes de la ley como también David que vivió después de la ley, los dos fueron  justificados ante Dios el Juez y Salvador. De esta manera Pablo establece más allá de duda que la fe, el medio divino/humano, sí que Dios la reconoce, la fe puesto en el que había de venir  y en el mismo que vendría, así resultaría la salvación.
A la vez de manera indirecta Pablo introduce la resurrección de Cristo como una verdad que representa el gran concepto fundamental de nuestra” salvación tan grande” (Hebreos 2:3); es decir,  el primer concepto Cristo por nosotros, la justificación, y el segundo siendo Cristo en nosotros y nosotros en Él, la santificación.
El resto de Romanos recoge ese hilo de nuestra santificación y la desarrolla en su plenitud en Romanos 5:1-8:39. Así van a convergir Romanos y Efesios sus verdades comunes  como dos diamantes cuyas facetas deslumbran como el prisma despliega la variedad de los colores brillantes del espectro.  Pero otra vez hay los cambios ligeros que ilustran la magnificencia de la verdad.
Sigue una disertación sobre los planes eternos de Dios para con Israel y la Iglesia en Romanos 9-11. La segunda mitad de Romanos como la de Efesios pone los mismos principios de nuestra unión o identificación con Cristo. En particular en Romanos , Pablo reta al creyente a presentar sus cuerpos en sacrificio vivo. Tal será su conducta en la iglesia, en la sociedad y ante los gobiernos, y luego los escrúpulos de los hermanos en un mundo pagano.  Finalmente les comparte sus planes de futuros viajes misioneros en la voluntad de Dios.
Lo que tienen en común las dos epístolas es la apelación que da apertura a la segunda mitad de ambas: “Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos  12:1). “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis con es digno de la vocación con que fuisteis llamados con toda humidad . . .” (Efesios 4: 1). Así convergen las dos epístolas con diferente acercamiento y perspectiva pero con el mismo mensaje de la Cruz que glorifica a Dios.
El Trasfondo del mensaje de Efesios
Pablo les escribe a sus  hermanos desde Roma durante los años de su encarcelamiento  60-62 AC, al final de su servicio apostólico. Unos tres ó cinco años habían transcurrido.  Escribe una carta circular a los  amados y bien conocidos entre los cuales había vivido los tres años. Pero como en la carta a los romanos hay poca referencia personal, sin embargo con un énfasis único y complementario.
Veamos las diferencias entre las dos epístolas pero con un solo mensaje maravilloso con el mismo fin – – la mayor gloria de Dios por el triunfo de la gracia y la fe y en nosotros la mayor humildad, santidad y la sumisión nuestra.
En los primeros tres capítulos Pablo desarrolla en gran detalle el Gran Designo y solo hace una muy breve mención de la desastrosa caída nuestra en pecado (2: 1-3). Pronto vuelve  de nuevo a las riquezas de la gracia de Dios que nos dio vida, nos resucitó, nos hizo sentar en lugares celestiales “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la Iglesia a los principados y postestades en los lugares celestiales” (3:10).
 
Termina Pablo con una ferviente oración (3:14-19): “para que os dé conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones . . . (vv.16,17).  Nos deja deslumbrados con la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del conocimiento del amor de Dios.
Si esto no fuera suficiente para abrumarnos, cierra con broche de oro la petición con otra doxología que nos devuelve a Dios. “A Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la  gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (vv.20,21).
Las Comparaciones y los contrastes
Romanos 1-8                                                                 Efesios 1-3
La ira de Dios contra el pecado                                 La elección y la magnífica doxología trinitaria
La denuncia fuerte del pecado                                   La soberana obra de la Trinidad en el creyente
La finalidad del pecado, la ira santa de Dios        La oración por la realización de la gracia
Dios halla la manera de justificar al pecador       Nos dio vida, nos resucitó, nos hizo sentar
La ira de Dios cae sobre su Hijo                                La gran obra de hacer de ambos un nuevo cuerpo
Es declarado tan justo como Cristo mismo         A Pablo se le da el honor de declarar el misterio
Solo por fe Dios justifica al impío que cree     La Iglesia será el honor divino ante las huestes
Cristo resucitado triunfante sobre el mal             La oración de que Cristo habite en nosotros
La vida resucitada de Cristo nuestra porción.    La doxología final a “Aquel que es poderoso.”
 
En breve resumen Romanos empieza con una declaración majestuosa, una definición concisa de la salvación: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (1:16).
Termina la primera mitad con igual declaración majestuosa: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, no lo presente, ni lo por  venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna  cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (8: 38.39).
Entre el principio y el fin del la primera mitad es Cristo, el Alfa y la Omega; todo girar alrededor  de la Cruz donde en la justificación Dios puso fin a la culpa de los pecados – Cristo por nosotros y en la santificación quebrantó el poder del pecado — Cristo en nosotros y nosotros en Cristo; honró su ley en su debido rol, soltó al Espíritu de Cristo e hizo que el creyente, solo por fe pudiera salir “más que vencedor.”
En breve resumen Efesios empieza con una magnífica doxología trinitaria revelando la elaboración del Gran Designo (1:11) habiéndonos escogido “en él antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor habiéndonos predestinados  para ser adoptados hijos  por medio de Jesucristo”. Aun con la verdad de la elección en gracia, no se pierde de vista el rol de la fe, recibiendo la iniciativa divina: “Porque somos hechura suya (poema) creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (2:10)
Entre el principio y el fin de la primera mitad, Dios crea “en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre,  haciendo la paz, mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (2:15,16), Se anuncia el nuevo misterio de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo , la cual es la exhibición divina “para que multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y postestades en los lugares celestiales” (3:10).
Termina Efesios 3 con otra ferviente oración y la doxología culminante. La epístola empezó con una doxología sublime y termina con otro aun más sublime  ¿Qué más pudiéramos pedir?  Cierra de broche de oro la parte doctrinal para abrirnos el andar nuestro unido a Cristo .

 

[1] G. Ernesto Johnson,  Romanos, la vida abundante en  unión con Cristo, (Edinburg, TX,:Editorial Río Grande), 2013, pp. 245. Originalmente fue una serie de estudios expositivos escritos y luego ampliados para los ex alumnos del Río Grande.

Autor: Gordon Johnson
es reconocido en América latina como conferencista. Ha servido como profesor en el Seminario Bíblico Rio Grande, Texas desde 1954, siendo presidente de la institución por muchos años también. Tiene diversos títulos entre los cuales recibió un Masters en Estudios Latinoamericanos y un doctorado en Misionología.



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